martes, 31 de diciembre de 2013

Periodismo: de una carrera desastrosa a una agenda peor

Muchos son los que me preguntan por qué dejé la carrera de Periodismo. Pues bien, hoy he encontrado un claro ejemplo para ilustrar el motivo de mi decisión.  Según está planteada la carrera,  el accidente de Schumacher es diez veces más importante que la crisis humanitaria en Sudán del Sur.  Esta mañana, como de costumbre, mientras me tomaba mi café sólo sin azúcar y me fumaba el cigarrillo reglamentario, he visto las noticias del Canal 24 Horas.  Ha sido como escuchar a Jiménez Losantos en la COPE hace unos años, empiezas la mañana con una indignación tal, que te sobra energía para el resto del día.

Resulta que han dedicado unos escasos treinta segundos a una pieza sobre la crisis humanitaria en Sudán del Sur, por supuesto, sin un corresponsal pertinente y una nula contextualización  del conflicto, obviando su relación con los conflictos en Sudán.  No obstante, la pieza sobre Schumacher, bajo el punto de vista de los que establecen la agenda en TVE, merecía un corresponsal, Miguel Ángel García Rodríguez,  habitual informador de las políticas europeas, para hablar sobre el estado de salud de un piloto de Fórmula 1. Incluso han retransmitido la rueda de prensa desde el hospital en directo, sin importarles que hayan tenido que esperar un par de minutos a que ésta comenzara. Igualmente, en la página web de RTVE, el accidente de Schumacher viene en portada, mientras que no hay ni rastro del conflicto de Sudán del Sur. Todo esto me lleva a plantearme lo siguiente: ¿es diez veces más importante el accidente de un piloto de Fórmula 1 durante sus vacaciones de invierno que los miles de fallecidos en Sudán del Sur en un año y los consecuentes 80.000 refugiados? Parece ser que sí. Y, aunque  me gustaría esta realidad fuese bien distinta, a la vista de la formación que se recibe en la carrera de Periodismo, no me extraña que así sea.

Estudié dos años de carrera,  con  todas las asignaturas aprobadas y una media de notable. Lo digo por si hay alguien que  deslegitime este post argumentando que la dejé porque no se me daba bien. Pero a pesar de ello, poco aprendí.  El ochenta por ciento de mis asignaturas estaban basadas en maquetación y edición. Creo, igualmente, que en Periodismo puedes tener el expediente plagado de matrículas de honor sin saber dónde está Jartum o quién es Van Rompuy. Conocí en la carrera a auténticas expertas en el manejo del Premier y del Audacity, que no sabían quién era José Luis Sampedro ni distinguir entre las competencias del Tribunal Supremo y del Tribunal Constitucional. Sólo nos hicieron un test de actualidad en dos años, que ni siquiera contaba para nota.  Además de la poca importancia que se le da a que los alumnos estén informados, tampoco se presta gran atención a su formación jurídica, política y humanística. 

¿Sabrán mis antiguos compañeros distinguir entre las competencias del Consejo de Europa y el Consejo Europeo, muchas veces confundido en los medios de comunicación? ¿ La diferencia entre un protocolo y un tratado? ¿Son conscientes realmente de  las diferentes dimensiones y efectos de la globalización  a la que tanto se hace alusión? Y más fácil e imperdonable ¿saben quién fue José Luis Sampedro? Seguro que hay más de uno que no, porque a la falta de formación jurídica y humanística se le suma estudiantes  con una inquietud intelectual paupérrima que no tocan un periódico o que son incapaces de pasar de las tres primeras páginas, más interesados por el fichaje de Bale que en una crisis humanitaria en Alepo. También he de decir que he conocido estudiantes absolutamente brillantes que poco pisaban las clases, pero que siempre llevaban un periódico bajo el brazo, o quienes sacaban buenas notas y a la vez estaban bastante bien informados. Pero eran los menos.

En vista de esto, pasa lo que pasa. Los encargados de hacer un informativo no saben establecer una agenda que siga, al menos, unos principios morales. Y esto es inmoral. Es inmoral la escasa cobertura que se les da a los conflictos en países en vías de desarrollo, mientras nos bombardean con la lotería del niño, las cenas navideñas, ciclogénesis  explosivas, el discurso del Rey, los nuevos matices en cada discurso de Artur Mas, etc. Sobra decir que la agenda de los media crean debate en la opinión pública y si se omiten ciertos temas de dicha agenda,  éstos quedan automáticamente fuera del debate público, por lo que poca conciencia social se genera respecto a los conflictos que sobrepasan las fronteras occidentales. Aunque, eso sí, a todos nos da mucha pena los niños que mueren de malaria en África. 

Si un periodista no ha contado con una exhaustiva formación intelectual que complemente su formación técnica, no será realmente consciente de la importancia que tiene informar de ciertos temas en detrimento de los más superficiales.  Y a lo mejor, y terminando el año con una hipótesis de una conspiración judeo- masónica,  el programa de Periodismo está hecho así intencionadamente. Si la formación de los periodistas carece de asignaturas que profundicen sobre conocimientos teóricos imprescindibles para comprender realmente la actualidad, tendremos periodistas que informen de temas que no molesten a los grandes lobbies. Pero esto es sólo una hipótesis, aunque la realidad es que nuestra agenda internacional es un chiste.


miércoles, 25 de diciembre de 2013

A propósito de la nueva ley del aborto


A propósito de la nueva ley del aborto, como mujer adulta me siento insultada, menospreciada. 

El Consejo de Ministros ha presentado un anteproyecto de ley que deja dos vías imposibles para abortar. Si el día de mañana falla algo (métodos anticonceptivos ante todo) y decido abortar, igual que puedo decidir no hacerlo, tendré que acudir a un comité bioético para que, en el mejor de los casos, me diagnostiquen un un daño psicológico provocado por la gestación.

Una especie de consejo de sabios decidirá por mí. Mi madurez y las circunstancias que me hayan llevado a tomar esa decisión de acuerdo a mi razonamiento y moral quedan anuladas. Gallardón me protege contra mí misma. Y a mí esto me suena cuanto menos totalitario, ya que la mujer como individuo queda supeditada a la razón de un colectivo superior. Mi decisión no vale una mierda. Mi madurez, tampoco. A lo mejor deciden, y no sé dice en base a qué, que no tengo ningún daño psicológico y que con veintipocos, con la carrera a medias y un trabajo de media jornada, me toca tener un hijo. Mi caso es el de otras tantas mujeres que no sabrían si tener un hijo o no. He dejado de ser dueña de mis circunstancias y decisiones. Ahora decide él, sí, un tío.  Y si te manifiestas en contra te vas a llevar un buen recuerdo, porque para protestar tampoco tenemos potestad.

Si un día una amiga me pidiera consejo sobre si abortar o no (ojalá nunca nos toque) me limitaría a decirle que la decisión es suya, que nadie mejor que ella es conocedora de sus circunstancias, que lo piense bien. Que igual de respetable es hacerse cargo del niño como no querer asumir un embarazo y un hijo/a. Que depende de ella. Porque parece que muchos piensan que el abortar nos supone un alivio, pero debe de ser una putada. Una putada que muchas asumen para evitar otra que consideran mayor, y están en todo su derecho.

Pero el viernes, esa razón que nos es inherente como seres humanos fue puesta en cuestión. Ahora somos niñas tontas y tienen que decidir por nosotras. Y yo eso no lo asumo. Yo soy adulta, madura y racional. Y éste es mi sexo, mi cuerpo y mi decisión. Tanto si quisiera abortar o tener el niño/a. Y no necesito un examen psicológico para que se me dé la razón.


domingo, 22 de diciembre de 2013

Darfur, una miscelánea de conflictos

La Guerra de Darfur ha sido calificada como  el primer conflicto armado provocado por el cambio climático, atenuado por conflictos étnicos y económicos, que hacen de la región un perfecto caldo de cultivo para la insurrección, la toma de armas y la sistemática violación de derechos humanos. Todo ello ha convertido el conflicto en uno de los más longevos y complicados del continente africano.  El precario proceso descolonizador  trajo consigo conflictos étnicos dentro de un territorio cuyas fronteras habían sido delineadas en  base a  criterios políticos occidentales en detrimento de los antecedentes históricos y culturales. A ello se le ha de sumar una pobreza y escasez de recursos extrema paralela a altísimos índices de analfabetismo.


Un  régimen militar islamista ha gobernado el país desde la descolonización de Gran Bretaña en 1956. Las poblaciones tribales del sur del país fueron reprimidas y muchas de sus tradiciones criminalizadas especialmente a partir de la década de los 70, en un intento del gobierno por dar una imagen de un país árabe moderno libre de costumbres primitivas a través de la imposición de la Sharia, la ley musulmana, y una profunda limpieza étnica.  Después de la descolonización y durante el siglo XX, dos guerras civiles habían devastado la región sur del país, provocadas precisamente por la dominación árabe del norte sobre la población meridional, en su mayor parte cristianos o animistas.


La región de Darfur se encuentra situada en la franja oeste del país. La zona más septentrional  se halla habitada por una mayoría árabe, mientras que en el sur conviven grupos árabes y  etnias negras africanas que conforman a groso modo las etnias de Fur, Massalit y Zaghawa. Esta franja cuenta una extensión similar a la de Francia, aunque su población ronda los seis millones de habitantes. Las etnias africanas meridionales forman en su conjunto una comunidad de agricultores sedentarios, que han sufrido las terribles consecuencias del decrecimiento de los pluviómetros entre 1976  y 2005 y la consecuente desertificación del norte de la región. A todo ello hay que añadir que la única fuente de agua con la que cuenta el país, la cuenca del Nilo, se halla en el extremo opuesto a Darfur.


Durante este período los grupos nómadas musulmanes del norte de la región comenzaron a emigrar al sur en busca de nuevos recursos de los que abastecerse. Ante la amenaza de la llegada de inmigrantes, los agricultores y ganaderos vallaron sus tierras a  fin de impedir el acceso a las mismas a otros grupos étnicos. Durante la década de los ochenta se produjeron varios conflictos armados entre ambas comunidades, resultando en una supremacía de la ideología árabe sobre las etnias animistas, a la vez que se favorecía la imposición de la Sharia. A medida que iban avanzando los conflictos también lo hacía la entrada de armas instigada por intereses de estados vecinos y grandes potencias mundiales. El gobierno de Sudán compró gran parte de su arsenal a China y Rusia.

En febrero de 2003 los enfrentamientos y conflictos armados tiñen nuevamente la región de sangre. Después de una década de conflicto, y tras varias conversaciones entre ambas partes auspiciadas bajo el amparo de  Naciones Unidas, el número de refugiados se sitúa actualmente en los 2,7 millones.  Ese mismo año, los grupos  rebeldes del Ejército de Liberación de Sudán (SLA) y el Movimiento para la Justicia y la Igualdad (JEM), compuestos mayoritariamente por   la comunidad Fur, la Massalit y la Zaghawa, se habían alzado contra el poder de la capital, Jartum. En consecuencia,  las comunidades tribales meridionales  sufrieron ataques sistemáticos en forma de violaciones, saqueos y desplazamientos forzosos, todos ellos perpetrados por milicianos árabes, que contaban con una licencia del gobierno sudanés.  Desde entonces, los enfrentamientos bélicos por la posesión de tierras, cada vez más escasas, han sido constantes. 

A este persistente enfrentamiento suscitado por la lucha entre etnias por las exiguas tierras fértiles y los cada vez más limitados recursos naturales, se le ha de añadir los intereses petrolíferos en la región. Las reservas petrolíferas de Sudán generan una inyección al país de un millón de dólares diarios. Los principales oleoductos sudaneses discurren por las zonas más lluviosas del este del país. En un intento por acaparar su control y evitar que éstas transcurran por los territorios en manos de grupos rebeldes en el sur, el gobierno sudanés ha obligado a gran parte de la población que las habitaba a zonas más áridas, intensificando conflictos como el de Darfur.


El conflicto  ya se prolonga por un espacio de diez años y no parece que exista una solución  a corto plazo. Darfur es una auténtica olla a presión donde los conflictos tribales, xenofobia, violación de derechos humanos, escasez de recursos e intereses económicos de importantes grupos de presión dejan poco margen de maniobra para lograr la paz y estabilidad.  No obstante, hay razones para albergar un halo de esperanza. La intervención  de la misión conjunta de la Unión africana y la ONU en Darfur, Minuad, y el despliegue de los Cascos Azules se presentan como  instrumentos para intentar mitigar la grave crisis humanitaria provocada por el conflicto y mejorar así la seguridad en la región, mientras que los Estados Unidos reclaman una solución rápida al mismo. No obstante, no se ha de olvidar que Darfur es sólo uno de  los tantos frentes abiertos en Sudán. La pacificación de la región dependerá a su vez de la pacificación del país, todavía en manos de un gobierno islamista militar y opresor de las etnias negras.


Éste es un tema grabado en 2007 con la financiación de  Mit Jagger con la finalidad de  crear conciencia sobre el conflicto. Fue  grabado en la frontera este del Chad con Darfur. Al fin y al cabo, una imagen vale más que mil palabras.