Muchos son los que me preguntan
por qué dejé la carrera de Periodismo. Pues bien, hoy he encontrado un claro
ejemplo para ilustrar el motivo de mi decisión.
Según está planteada la carrera,
el accidente de Schumacher es diez veces más importante que la crisis
humanitaria en Sudán del Sur. Esta
mañana, como de costumbre, mientras me tomaba mi café sólo sin azúcar y me
fumaba el cigarrillo reglamentario, he visto las noticias del Canal 24
Horas. Ha sido como escuchar a Jiménez
Losantos en la COPE hace unos años, empiezas la mañana con una indignación tal,
que te sobra energía para el resto del día.
Resulta que han dedicado unos
escasos treinta segundos a una pieza sobre la crisis humanitaria en Sudán del
Sur, por supuesto, sin un corresponsal pertinente y una nula contextualización del conflicto, obviando su relación con los
conflictos en Sudán. No obstante, la
pieza sobre Schumacher, bajo el punto de vista de los que establecen la agenda
en TVE, merecía un corresponsal, Miguel Ángel García Rodríguez, habitual informador de las políticas europeas,
para hablar sobre el estado de salud de un piloto de Fórmula 1. Incluso han retransmitido la rueda de prensa desde el hospital en directo, sin importarles que hayan tenido que esperar un par de minutos a que ésta comenzara.
Igualmente, en la página web de RTVE, el accidente de Schumacher viene en
portada, mientras que no hay ni rastro del conflicto de Sudán del Sur. Todo esto
me lleva a plantearme lo siguiente: ¿es diez veces más importante el accidente
de un piloto de Fórmula 1 durante sus vacaciones de invierno que los miles de
fallecidos en Sudán del Sur en un año y los consecuentes 80.000 refugiados?
Parece ser que sí. Y, aunque me gustaría
esta realidad fuese bien distinta, a la vista de la formación que se recibe en
la carrera de Periodismo, no me extraña que así sea.
Estudié dos años de carrera, con
todas las asignaturas aprobadas y una media de notable. Lo digo por si
hay alguien que deslegitime este post argumentando que la dejé porque
no se me daba bien. Pero a pesar de ello, poco aprendí. El ochenta por ciento de mis asignaturas
estaban basadas en maquetación y edición. Creo, igualmente, que en Periodismo
puedes tener el expediente plagado de matrículas de honor sin saber dónde está
Jartum o quién es Van Rompuy. Conocí en la carrera a auténticas expertas en el
manejo del Premier y del Audacity, que no sabían quién era José Luis Sampedro
ni distinguir entre las competencias del Tribunal Supremo y del Tribunal
Constitucional. Sólo nos hicieron un test de actualidad en dos años, que ni
siquiera contaba para nota. Además de la
poca importancia que se le da a que los alumnos estén informados, tampoco se
presta gran atención a su formación jurídica, política y humanística.
¿Sabrán mis antiguos compañeros distinguir entre las competencias del Consejo de Europa y el Consejo Europeo, muchas veces confundido en los medios de comunicación? ¿ La diferencia entre un protocolo y un tratado? ¿Son conscientes realmente de las diferentes dimensiones y efectos de la globalización a la que tanto se hace alusión? Y más fácil e imperdonable ¿saben quién fue José Luis Sampedro? Seguro que hay más de uno que no, porque a la falta de formación jurídica y humanística se le suma estudiantes con una inquietud intelectual paupérrima que no tocan un periódico o que son incapaces de pasar de las tres primeras páginas, más interesados por el fichaje de Bale que en una crisis humanitaria en Alepo. También he de decir que he conocido estudiantes absolutamente brillantes que poco pisaban las clases, pero que siempre llevaban un periódico bajo el brazo, o quienes sacaban buenas notas y a la vez estaban bastante bien informados. Pero eran los menos.
En vista de esto, pasa lo que
pasa. Los encargados de hacer un informativo no saben establecer una agenda que
siga, al menos, unos principios morales. Y esto es inmoral. Es inmoral la escasa cobertura que se les da a
los conflictos en países en vías de desarrollo, mientras nos bombardean con la
lotería del niño, las cenas navideñas, ciclogénesis explosivas, el discurso del Rey, los nuevos
matices en cada discurso de Artur Mas, etc. Sobra decir que la agenda de los
media crean debate en la opinión pública y si se omiten ciertos temas de dicha agenda,
éstos quedan automáticamente fuera del
debate público, por lo que poca conciencia social se genera respecto a los
conflictos que sobrepasan las fronteras occidentales. Aunque, eso sí, a todos
nos da mucha pena los niños que mueren de malaria en África.
Si un periodista no ha contado con
una exhaustiva formación intelectual que complemente su formación técnica, no
será realmente consciente de la importancia que tiene informar de ciertos temas
en detrimento de los más superficiales.
Y a lo mejor, y terminando el año con una hipótesis de una conspiración
judeo- masónica, el programa de
Periodismo está hecho así intencionadamente. Si la formación de los periodistas
carece de asignaturas que profundicen sobre conocimientos teóricos
imprescindibles para comprender realmente la actualidad, tendremos periodistas
que informen de temas que no molesten a los grandes lobbies. Pero esto es sólo
una hipótesis, aunque la realidad es que nuestra agenda internacional es un
chiste.