viernes, 7 de febrero de 2014

Egipto, cuando nadie hablaba de él

Las pirámides egipcias no se construyeron en dos tardes, al igual que su revolución no buscó su razón de ser en un par de años de descontento ciudadano.  Del mismo modo, no porque en la rebelión egipcia se hiciera uso de las redes sociales significa que éstas hayan sido el desencadenante de la misma. No se ha de caer en el error de pensar que la rebelión egipcia surge espontáneamente a causa del descontento coyuntural de unos cuantos cairotas que, gracias a Internet y las redes sociales, consiguen que se les unan  otros muchos.  No, el hartazgo viene de largo.

De hecho, existía en Egipto un malestar político y social desde la década de los 70, con un activismo minoritario empujado por una élite intelectual contraria a la represión del régimen militar. Es necesario entender la Historia para comprender el presente, esa disciplina que poco tenemos en cuenta cuando analizamos un hito al que, fortuitamente, han dado voz  los medios de comunicación. Todo tiene su razón de ser, y la llamada “revolución egipcia” no es una excepción. ¿Qué ocurría en Egipto en las últimas décadas del siglo XX, cuando nuestra imagen del país no era más que pirámides y una buena opción para las vacaciones?

Amar el-Sadat
Tomaré como punto de partida el régimen de Amar el-Sadat en la década de los setenta. El-Sadat, siguiendo la estela de su antecesor Nasser, instauró una dictadura de corte militar, muy próxima a EEUU. Con el régimen de el-Sadat, que traía consigo aires más aperturistas,  el gobierno estadounidense había  logrado establecer una alianza con Egipto, clave para proteger sus intereses en Oriente Próximo y sacar a Israel del ostracismo al que le habían condenado sus vecinos de la región. Con la firma de los acuerdos de Camp David, por los que Egipto reconoce a Israel, se recompensa al primero con una ayuda militar de 1500 millones  de dólares anuales. Coetáneamente, durante los años 1971 y 1972 tienen lugar significativas revueltas  en la ciudad cairota estudiantiles reprimidas con brutal violencia, surgidas en protesta de la opresión del régimen militar.

En 1981, durante un desfile por el aniversario de  la victoria de la Guerra del Yom Kipur, es asesinado el-Sadat por un comando de la Yihad Islámica. Le sucede Hosni Mubarak que, al igual que su antecesor, no duda en apoyarse  en los estamentos militares para afianzar su posición y, por supuesto, en complacer a su  principal aliado occidental, consolidando las alianzas con Israel. Durante el gobierno de Mubarak, muchos altos cargos del ejército fueron premiados con puestos directivos en grandes empresas y privatizaciones en su beneficio. El cohecho, la prevaricación y la corrupción estaban en el orden del día del  nuevo régimen de Mubarak.  

En 1991 el ejecutivo egipcio firma un acuerdo con el FMI que conduce a la liberalización de los mercados y a la sucesión de un nuevo gran número de privatizaciones con las que, una vez más, salieron beneficiados los altos cargos adeptos al régimen.

Estas privatizaciones siguieron a lo largo de la primera década del siglo XXI, impulsadas por una nueva reforma liberal en el año 2004 y nuevos recortes sociales, tras la celebración del II Congreso Nacional Democrático. Aunque esta  serie de reformas económicas trajo consigo grandes beneficios para la élite del gran capital, en el plano social tuvo efectos devastadores.  Se recortó en ayudas sociales, así como en sanidad y educación pública.

Hacia el año 2005  el 40 por ciento de la población egipcia vivía con menos de dos dólares al día y el coste la de vida había aumentado un 75 por ciento en los últimos diez años.  La brecha social y económica era cada vez más aguda. No obstante, el Banco Mundial aplaudió, en el año 2007, las reformas de Mubarak calificándolo como “el número uno de los reformistas”, sin prestar gran atención a ese 40 por ciento de población sumida en la más dura de las miserias.

Igualmente, para entender el porqué los Hermanos Musulmanes ganaron las primeras elecciones una vez derrocado el régimen y su gran popularidad  se ha de destacar la ayuda que prestó este  movimiento social a las familias más humildes durante el régimen. Constituidos como un movimiento islámico, gran cantidad de servicios sociales que prestaban constituía una alternativa  para la supervivencia del 75 por ciento de las familias más humildes.

Fueron muchos los movimientos y protestas que surgieron a causa de este profundo malestar en la primera década del siglo XXI, cuya lectura se ha realizar bajo el prisma de la historia  egipcia más reciente. Pero ése es otro post, otra historia.

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