domingo, 23 de marzo de 2014

Un final indigno para el 22M

Introducción, desarrollo y conclusión. Una historia se narra desde el principio hasta culminar en su final. Así nos lo enseñaron nuestros profesores de lengua en el colegio, e incluso algún lumbreras nos lo repitió en la facultad de Periodismo. Pero este relato se salta las pautas, quiere únicamente contar la historia de un final. Un final vergonzante, brutal y violento. Un epílogo indigno para una historia de altísima consideración moral. Este final no te lo van a contar los medios de comunicación, como mucho lo tergiversarán. Esta es la historia del final de las Marchas por la Dignidad del 22M.

A las ocho y media de la noche estábamos todavía congregados en la Plaza Colón, escuchando el concierto que cerraba el acto en el que habían tomado la palabra diferentes representantes de las columnas llegadas a Madrid desde diferentes puntos de España, algunos incluso habían caminado durante un mes para poder estar ayer en Madrid reclamando sus legítimos derechos, reclamando un estado realmente democrático, de derecho, de inclusión social. Mientras el coro entonaba una versión de la Novena Sinfonía de Beethoven se comenzaron a escuchar  el ruido de petardos desde la calle Génova, inmediatamente seguidos por tiros de pistolas de goma. El humo se acercaba a la plaza, cuando todavía estaban allí congregados buena parte de los dos millones de manifestantes que habían participado en la jornada. Una jornada que  legalmente todavía no había terminado. La policía reventó, que no interrumpió, el acto a las ocho y media, cuando las jornadas estaban autorizadas para desarrollarse hasta las nueve de la noche. Una amiga y yo estábamos sentadas en la fuente de la plaza, no podíamos dar crédito a que la policía entrase y reventara el acto, más aún cuando la plaza estaba a rebosar, incluyendo a ancianos y niños. Pero lo hizo.  Una masa de gente bajaba corriendo desde Génova, el humo de los petardos y las pistolas de goma dibujaba un telón de fondo. Esperábamos a una amiga que venía en metro. La  llamamos para decirle que no saliera. Más tarde nos contó que el metro era un auténtico caos, que  no se podía salir ni entrar,  un auténtico embotellamiento.

Manifestantes y policías se enfrentan en el paseo de Recoletos de Madrid tras la manifestación de las Marchas de la Dignidad.
Fotografía de Jairo Vargas, Público
Tuvimos que salir corriendo  junto con la gente que bajaba, temiendo realmente el ser víctimas de una avalancha humana, más que de llevarnos unos cuantos palos. Algunos manifestantes cogieron las vallas que rodeaban la fuente para interrumpir el paso a los policías que bajaban, cuando en realidad lo único que hacían era impedir la huida a los manifestantes que bajaban.  La calle Génova había estado  cortada y cercada por la policía durante todo el día, para custodiar la sede del PP. Decidimos quedarnos un rato en la plaza, allí todavía no había policía, aunque la gente seguía llegando desde Génova casi en estampida. Nos encontramos en  la plaza a otra amiga más. El coro seguía cantando.  Llegó un punto en  el que nosotras también tuvimos que salir corriendo de la plaza, cada vez era más la gente que llegaba, nos atropellábamos unos a otros, los disparos de la policía cada vez se escuchaban más cerca.  Bajamos por Recoletos, muchos corrían, otros estaban quietos, de pie, intentando encontrar alguna explicación lógica que diera sentido a lo que estaba aconteciendo. Nosotras corríamos. Al otro lado de la calle se veía cómo manifestantes tiraban petardos a la policía, y cómo éstos respondían. Las lecheras se escuchaban cada vez más cerca,  hasta que llegó un punto en el que todos corríamos, incluidos ancianos, huíamos de un acto legítimo, de nuestra Marcha por la Dignidad. En Recoletos nos encontramos con un chaval de quince años, del que yo había sido monitora. “Mucho cuidado”, le dijimos.  


La Policía detiene a una manifestante durante los disturbios en el centro de Madrid tras la manifestación del 22-M.
Jauro Vargas, Público
Las lecheras subían y bajaban Recoletos, por lo que corrimos por unas calles aledañas hasta llegar a Puerta de Alcalá. “A salvo”, pensamos. La Puerta de Alcalá también estaba llena de policías, aunque no estuvieran cargando contra los manifestantes. Nos quedamos allí un rato hasta que decidimos bajar hasta Atocha evitando Cibeles, invadida por lecheras, por lo que cogimos el Paseo de Alfonso XIII, paralelo al Retiro. Allí, ya bastante lejos del núcleo de la manifestación, volvieron las lecheras a  hacer gala de su poder de coerción. Allí estaban los autobuses para recoger a los participantes de las distintas columnas llegadas a Madrid. Nuevamente corrimos, hasta entrar en el parque, desde el que andamos hasta Atocha. En la Cuesta de Moyano nos encontramos  con otros amigos. Ellos se habían quedado más rezagados y había visto cómo la policía había cercado Cibeles en un momento,  rodeándola con lecheras provenientes de todas las calles que desembocaban en la plaza, asediando y atacando a los manifestantes. Nos contaron que los antidisturbios se bajaban de las furgonetas en marcha dando palos, sin hacer distinción entre los que ciudadanos que allí se encontraban. Ya  en Atocha, nos encontramos con un señor andaluz de unos sesenta años, llegado desde Andalucía para participar en las jornadas, había estado en la plaza y nos preguntó por qué había entrado la policía de esa manera. “Pero si sólo estábamos cantando”, nos dijo. La conversación fue interrumpida por una nueva carga policial y la llegada de otra avalancha de gente que huía. Una última carretita al metro, donde nos encontramos un cordón policial custodiando la puerta.


Enfrentamientos entre polcía y manifestantes tras la manifestación del 22-M en Madrid.
EFE
Los convocantes afirman que en las jornadas de ayer participaron más de dos millones de personas. Escasa cobertura le ha dado a las marchas la televisión pública, o del gobierno,  para no magnificar su importancia. Pero esa importancia  que se le ha negado desde los medios de comunicación se ha sobredimensionado con el despliegue policial que ayer invadió la capital. No es la primera vez que tengo que salir corriendo de la policía en una manifestación, pero el despliegue de ayer no tenía precedentes. Las fuerzas “del orden público”  asediaron ayer a los manifestantes en las principales calles de la ciudad, no sólo en el núcleo de la protesta. Estuvimos andando y corriendo durante una hora para intentar llegar a un metro, que resultó estar también plagado de policías. Reventaron unas jornadas por la dignidad de la forma más indigna, vergonzante, brutal, violenta, antidemocrática. Unas jornadas pacíficas que habían congregados a gente de todos los colores y todas la edades, que ejercían libremente su derecho a la libertad de expresión. 

Finalmente resultaron ser una paradoja en sí mismas. Reventaron en acto cuando todavía era legal, los derechos fundamentales a la libertad y seguridad recogidos  en artículo 17 de la Constitución  fueron ayer violados, al igual que el derecho fundamental a la libertad de expresión recogido en el artículo 20 de la misma. Una masa enorme de gente fue asediada ayer por un despliegue digno de un estado de excepción.  La política del terror cerró ayer las Marchas por la Dignidad,  con el propósito de hacer un chiste de las mismas, de amedrentar al que se quiera unir a la próxima manifestación, de hacer de un estado de derecho un estado policial.

Cristina Cifuentes calificó ayer las jornadas como pacíficas, pero hoy los telediarios de Veinticuatro Horas aludieron a lo sucedido como un enfrentamiento entre policías y radicales, cuando lo que realmente ocurrió ayer fue un auténtico abuso del brazo armado del ejecutivo.

Este post va dedicado con enorme cariño a Ángela,la que fue ayer mi ángel de la guarda.

Siento no acompañarlo con fotos propias, haciendo gala de mis habituales despistes, me llevé la cámara sin batería.





viernes, 7 de febrero de 2014

Egipto, cuando nadie hablaba de él

Las pirámides egipcias no se construyeron en dos tardes, al igual que su revolución no buscó su razón de ser en un par de años de descontento ciudadano.  Del mismo modo, no porque en la rebelión egipcia se hiciera uso de las redes sociales significa que éstas hayan sido el desencadenante de la misma. No se ha de caer en el error de pensar que la rebelión egipcia surge espontáneamente a causa del descontento coyuntural de unos cuantos cairotas que, gracias a Internet y las redes sociales, consiguen que se les unan  otros muchos.  No, el hartazgo viene de largo.

De hecho, existía en Egipto un malestar político y social desde la década de los 70, con un activismo minoritario empujado por una élite intelectual contraria a la represión del régimen militar. Es necesario entender la Historia para comprender el presente, esa disciplina que poco tenemos en cuenta cuando analizamos un hito al que, fortuitamente, han dado voz  los medios de comunicación. Todo tiene su razón de ser, y la llamada “revolución egipcia” no es una excepción. ¿Qué ocurría en Egipto en las últimas décadas del siglo XX, cuando nuestra imagen del país no era más que pirámides y una buena opción para las vacaciones?

Amar el-Sadat
Tomaré como punto de partida el régimen de Amar el-Sadat en la década de los setenta. El-Sadat, siguiendo la estela de su antecesor Nasser, instauró una dictadura de corte militar, muy próxima a EEUU. Con el régimen de el-Sadat, que traía consigo aires más aperturistas,  el gobierno estadounidense había  logrado establecer una alianza con Egipto, clave para proteger sus intereses en Oriente Próximo y sacar a Israel del ostracismo al que le habían condenado sus vecinos de la región. Con la firma de los acuerdos de Camp David, por los que Egipto reconoce a Israel, se recompensa al primero con una ayuda militar de 1500 millones  de dólares anuales. Coetáneamente, durante los años 1971 y 1972 tienen lugar significativas revueltas  en la ciudad cairota estudiantiles reprimidas con brutal violencia, surgidas en protesta de la opresión del régimen militar.

En 1981, durante un desfile por el aniversario de  la victoria de la Guerra del Yom Kipur, es asesinado el-Sadat por un comando de la Yihad Islámica. Le sucede Hosni Mubarak que, al igual que su antecesor, no duda en apoyarse  en los estamentos militares para afianzar su posición y, por supuesto, en complacer a su  principal aliado occidental, consolidando las alianzas con Israel. Durante el gobierno de Mubarak, muchos altos cargos del ejército fueron premiados con puestos directivos en grandes empresas y privatizaciones en su beneficio. El cohecho, la prevaricación y la corrupción estaban en el orden del día del  nuevo régimen de Mubarak.  

En 1991 el ejecutivo egipcio firma un acuerdo con el FMI que conduce a la liberalización de los mercados y a la sucesión de un nuevo gran número de privatizaciones con las que, una vez más, salieron beneficiados los altos cargos adeptos al régimen.

Estas privatizaciones siguieron a lo largo de la primera década del siglo XXI, impulsadas por una nueva reforma liberal en el año 2004 y nuevos recortes sociales, tras la celebración del II Congreso Nacional Democrático. Aunque esta  serie de reformas económicas trajo consigo grandes beneficios para la élite del gran capital, en el plano social tuvo efectos devastadores.  Se recortó en ayudas sociales, así como en sanidad y educación pública.

Hacia el año 2005  el 40 por ciento de la población egipcia vivía con menos de dos dólares al día y el coste la de vida había aumentado un 75 por ciento en los últimos diez años.  La brecha social y económica era cada vez más aguda. No obstante, el Banco Mundial aplaudió, en el año 2007, las reformas de Mubarak calificándolo como “el número uno de los reformistas”, sin prestar gran atención a ese 40 por ciento de población sumida en la más dura de las miserias.

Igualmente, para entender el porqué los Hermanos Musulmanes ganaron las primeras elecciones una vez derrocado el régimen y su gran popularidad  se ha de destacar la ayuda que prestó este  movimiento social a las familias más humildes durante el régimen. Constituidos como un movimiento islámico, gran cantidad de servicios sociales que prestaban constituía una alternativa  para la supervivencia del 75 por ciento de las familias más humildes.

Fueron muchos los movimientos y protestas que surgieron a causa de este profundo malestar en la primera década del siglo XXI, cuya lectura se ha realizar bajo el prisma de la historia  egipcia más reciente. Pero ése es otro post, otra historia.

jueves, 23 de enero de 2014

Davos, de lo que cabe a lo que cabría esperar

¿Qué cabría esperar y qué cabe esperar de la cita en Davos? ¿Qué cabría esperar si las reuniones y diálogos se basasen en el objetivo último de conseguir un sistema global más justo  y equitativo para todos? ¿Qué cabe esperar cuando España, por ejemplo, envía a un ministro y  una alcaldesa con un currículo virgen a los que les es indiferente lo que cabría esperar?

Hablemos  precisamente de eso, de lo que cabría esperar, aun siendo muy conscientes de lo que cabe esperar. El egocentrismo occidental  ha desembocado en un política basada en eternas promesas nunca cumplidas a los países en vías de desarrollo, de dejar para mañana los aranceles que puedo eliminar hoy. La globalización, símil de Doctor Jekyll y Mr. Hide, siempre es conceptualizada con un sabor agridulce, siendo plano económico el lado más agrio y el más acaparador de este proceso ya irrevocable.  Pero, ¿por qué no sacarle partido? ¿Por qué no hacer de la globalización un proceso inclusivo  y de beneficio público? ¿Acaso estamos maniatados por esa horda de corporaciones que acumulan la mitad de la riqueza mundial? ¿Y si nos ponemos firmes? ¿Y si enviamos a Juan Torres en lugar de Ana Botella?  ¿Qué pasa aquí?

Pasa que  las grandes corporaciones han despolitizado y reducido cuanto han podido las competencias del estado. El hecho de que una empresa transnacional opere en un país determinado resulta mucho más imperioso que conservar el estado asistencial. A todos se nos vienen a la cabeza un par de casos ilustrativos de lo dicho. Son incluso los ministros de comercio quienes representan a las grandes corporaciones en la asamblea de la Organización Mundial del Comercio (OMC). Asistimos al espectáculo de la política pública al servicio de la economía privada.  Por tanto, no es de extrañar que un conjunto de estados entregados a los intereses de las grandes empresas descuide los intereses de sus homónimos en las regiones más pobres del globo, los intereses de las personas que habitan en ellos. 

Las grandes rondas celebradas en el marco de la OMC, la Ronda de Uruguay y de Doha,  a finales del siglo XX y principios del XXI, no han querido dar respuestas justas con el fin de hacer factible y viable un comercio global equitativo. Sólo Europa, Norte América y Asia- Pacífico generan un 85% del comercio mundial. El resto se ha de adaptar a las exigencias de estos minoritarios pero poderosos gigantes.  Las conversaciones y acuerdos alcanzados en estas rondas imponían a los países más pobres una liberalización de los productos manufacturados, con el fin de que las grandes industrias occidentales aumentaran su cuota de mercado, mientras imponían grandes aranceles a los productos agrícolas que  los países en vías de desarrollo intentan exportar a los los países europeos y norteamericanos. Dar, y mucho, sin recibir. 

La cantidad total de aranceles que los países en vías de desarrollo han de pagar a los países del triunvirato económico supera trece veces la cantidad de ayuda para el desarrollo que reciben de éstos, que a su vez ven su cuota de mercado crecer a costa de un acuerdo bilateral que sólo genera beneficios unilaterales. La liberalización de la agricultura ha quedado arrinconada mientras asistimos a una feroz liberalización del sector industrial, la gran baza de los países desarrollados. Ambos sectores deberían ser liberalizados igualmente para poder asistir a un partido con unas reglas de juego justas. Los países occidentales subvencionan gran parte del sector agrícola nacional a la vez que ahogan a los países más pobres con medidas proteccionistas, tales como la de negarse a comprar alimentos envasados, que supondría un aliciente para  crear en los países pobres fábricas de empaquetado y puestos de trabajo a la par que aumentaría el valor de sus exportaciones

Estados Unidos destina el 80% de sus subvenciones agrícolas a las grandes corporaciones alimenticias, mientras que son muy pocas las empresas familiares norteamericanas que reciben dicha subvención.  Las subvenciones no son más que una excusa para seguir alimentando a las insaciables multinacionales. En la Ronda de Doha, celebrada en 2001, los países ricos se negaron a cesar dichos subsidios a la agricultura. Paralelamente, casi la mitad de la población mundial vive con menos de lo que recibe en subvenciones una cabeza de ganado europea. Cabría esperar que recapacitaran para solucionar esta macabra paradoja.

Cabría, asimismo, esperar la constitución de un tribunal  internacional que adoptara medidas vinculantes para todos aquellos infractores de las normas del juego, más allá de la autorización de la OMC para que las partes afrentadas adopten medidas tales  como el bloqueo económico, muchas veces infructuoso cuando el país que ha de llevar a cabo la sanción apenas tiene peso en la economía mundial.  Estos infractores, dignos de ser llevados al tribunal propuesto,  acostumbran a marcharse de las zonas en las que han producido dejando tras de sí un lastre de contaminación y habiendo destruido sus recursos naturales,  acostumbran a emplear a niños por menos de los que recibe una vaca europea al día. También toman parte en el juego los infractores especulativos, que dejan en quiebra la economía de los países  más vulnerables a ir y venir de las fluctuaciones económicas. Y todos ellos quedan impunes. Cabría esperar que las organizaciones nacidas del tratado de Bretton Woods retomaran su labor original, y que el Banco Mundial, originalmente creado para colaborar en el desarrollo de los países más necesitados, dejara de estar a la sombra y órdenes del FMI, creado también para salvaguardar la estabilidad económica mundial (así lo pensó Keynes, cofundador del mismo) y que cesasen de ser fieles siervos de la ideología neoliberal sobre la que subyace el proceso  globalizador, el globalismo.

Cabría esperar un firme compromiso para la adopción de muchas medidas por parte de los integrantes del foro de Davos,  aunque esta fundación, sin tener carácter vinculante, sólo cree un espacio para el debate. Cabría esperar que después del mismo la OMC recapacitara y  pusiera en marcha medidas justas, equitativas e inclusivas. Pero, tan poco nos importa   el devenir de la economía mundial y la huella  que deja en los menos aventajados, que hemos enviado el hazmerreír de la Revista Time y a un ministro canario que cecea.

viernes, 3 de enero de 2014

Participatory journalism is not for nerds


A new way of communicating is changing the paradigms of the news’ spreading structure.  The emergence of weblogs and news platforms on the Internet have given an enormous power to a passive audience and  have diminished the role of the  mainstream media’s gatekeepers. Even though mainstream media is also informing on the net, participatory journalism has come up as a new way of sharing new perspectives on current issues and any other topics.

Users are not only feeding on the Internet content apart from the mainstream media one. They go a step further, they are also creating it.  The passive audience has become a proconsumer one. They consume and create news, and blogs are major tools used by proconsumers. In the one hand, users are able to create and publish content. In the other hand, they are also able to get feedback and talk with the audience. This way all parts benefit. Users can talk about the content they are consuming and creators can learn from their readers. Thus, global knowledge grows. The silver lining in this is that the same person can be simultaneously a consumer and a creator. On the Internet people are free to develop the role they want to. Everyone is free to publish and comment.


Thanks to these methods a new trend of sharing news have come up called participatory journalism. Participatory journalism is about citizens playing an active role in news' making, acting as professional reporters many times: collecting, reporting, analyzing and disseminating news and information.

This has led to a democratization of the information.  Blogs tackle many different issues with a different perspective introduced by new voices which people are seeking for. Besides, they aim to provide independent, reliable, wide ranging and relevant information basic for a better functioning of democracy.  A well informed citizen will be able to understand more clearly the issues of social interest affecting him. Thereby, he will have the tools and knowledge to contribute to the better development of society. Democracy is about giving voice to citizens, and that’s what the Internet is exactly doing. Participatory journalism is a remainder of the coffeehouses where gentlemen used to discuss current issues affecting society four hundred years ago.

Institutional press and mainstream media are being challenged by the Internet content creators. Professional journalists have failed to own the exclusive privilege of trusted information intermediary. Even though they are still quite relevant sources of information, they are developing a new role on the net. They act as forum leaders or mediators, which are not always necessary. Also, the commercial focused media that skip information which doesn’t benefit their sponsors or advertisers has lost power.  Gatekeepers don’t set the agenda anymore. Mainstream media filters and then publishes. The internet has inverted the rule. Users publish and then it is filtered because users decide which is the meaningful and accurate information, omitting the irrelevant one by not accessing the content. 

However, participatory journalism must be seen as an opportunity rather than a threat.  Media cannot always employ as many journalist and photographers as they would like in order to cover a specific event. Taking advantage of participatory journalism, information, statements and photos  can be taken from people who are on scene. Participatory journalism can be rather useful in wars or catastrophes, for instance.

Internet is introducing a new way of learning and communicating based on conversation, egalitarism and collaboration over profitability. What is more, people are motivated to create and share content in an attempt to satisfy their needs of self-fulfillment and to obtain reputation on the web. It is a chance for users to develop new skills and to feel they are contributing to the democratization of information sharing. The audience isn't a nerd anymore.  Why not joining the adventure?


Based on We media, how the audiences are shaping the future of news and information by Shayne Bowman and Chris Willis

This essay was originally handled to Borja Ventura as a University proyect.

martes, 31 de diciembre de 2013

Periodismo: de una carrera desastrosa a una agenda peor

Muchos son los que me preguntan por qué dejé la carrera de Periodismo. Pues bien, hoy he encontrado un claro ejemplo para ilustrar el motivo de mi decisión.  Según está planteada la carrera,  el accidente de Schumacher es diez veces más importante que la crisis humanitaria en Sudán del Sur.  Esta mañana, como de costumbre, mientras me tomaba mi café sólo sin azúcar y me fumaba el cigarrillo reglamentario, he visto las noticias del Canal 24 Horas.  Ha sido como escuchar a Jiménez Losantos en la COPE hace unos años, empiezas la mañana con una indignación tal, que te sobra energía para el resto del día.

Resulta que han dedicado unos escasos treinta segundos a una pieza sobre la crisis humanitaria en Sudán del Sur, por supuesto, sin un corresponsal pertinente y una nula contextualización  del conflicto, obviando su relación con los conflictos en Sudán.  No obstante, la pieza sobre Schumacher, bajo el punto de vista de los que establecen la agenda en TVE, merecía un corresponsal, Miguel Ángel García Rodríguez,  habitual informador de las políticas europeas, para hablar sobre el estado de salud de un piloto de Fórmula 1. Incluso han retransmitido la rueda de prensa desde el hospital en directo, sin importarles que hayan tenido que esperar un par de minutos a que ésta comenzara. Igualmente, en la página web de RTVE, el accidente de Schumacher viene en portada, mientras que no hay ni rastro del conflicto de Sudán del Sur. Todo esto me lleva a plantearme lo siguiente: ¿es diez veces más importante el accidente de un piloto de Fórmula 1 durante sus vacaciones de invierno que los miles de fallecidos en Sudán del Sur en un año y los consecuentes 80.000 refugiados? Parece ser que sí. Y, aunque  me gustaría esta realidad fuese bien distinta, a la vista de la formación que se recibe en la carrera de Periodismo, no me extraña que así sea.

Estudié dos años de carrera,  con  todas las asignaturas aprobadas y una media de notable. Lo digo por si hay alguien que  deslegitime este post argumentando que la dejé porque no se me daba bien. Pero a pesar de ello, poco aprendí.  El ochenta por ciento de mis asignaturas estaban basadas en maquetación y edición. Creo, igualmente, que en Periodismo puedes tener el expediente plagado de matrículas de honor sin saber dónde está Jartum o quién es Van Rompuy. Conocí en la carrera a auténticas expertas en el manejo del Premier y del Audacity, que no sabían quién era José Luis Sampedro ni distinguir entre las competencias del Tribunal Supremo y del Tribunal Constitucional. Sólo nos hicieron un test de actualidad en dos años, que ni siquiera contaba para nota.  Además de la poca importancia que se le da a que los alumnos estén informados, tampoco se presta gran atención a su formación jurídica, política y humanística. 

¿Sabrán mis antiguos compañeros distinguir entre las competencias del Consejo de Europa y el Consejo Europeo, muchas veces confundido en los medios de comunicación? ¿ La diferencia entre un protocolo y un tratado? ¿Son conscientes realmente de  las diferentes dimensiones y efectos de la globalización  a la que tanto se hace alusión? Y más fácil e imperdonable ¿saben quién fue José Luis Sampedro? Seguro que hay más de uno que no, porque a la falta de formación jurídica y humanística se le suma estudiantes  con una inquietud intelectual paupérrima que no tocan un periódico o que son incapaces de pasar de las tres primeras páginas, más interesados por el fichaje de Bale que en una crisis humanitaria en Alepo. También he de decir que he conocido estudiantes absolutamente brillantes que poco pisaban las clases, pero que siempre llevaban un periódico bajo el brazo, o quienes sacaban buenas notas y a la vez estaban bastante bien informados. Pero eran los menos.

En vista de esto, pasa lo que pasa. Los encargados de hacer un informativo no saben establecer una agenda que siga, al menos, unos principios morales. Y esto es inmoral. Es inmoral la escasa cobertura que se les da a los conflictos en países en vías de desarrollo, mientras nos bombardean con la lotería del niño, las cenas navideñas, ciclogénesis  explosivas, el discurso del Rey, los nuevos matices en cada discurso de Artur Mas, etc. Sobra decir que la agenda de los media crean debate en la opinión pública y si se omiten ciertos temas de dicha agenda,  éstos quedan automáticamente fuera del debate público, por lo que poca conciencia social se genera respecto a los conflictos que sobrepasan las fronteras occidentales. Aunque, eso sí, a todos nos da mucha pena los niños que mueren de malaria en África. 

Si un periodista no ha contado con una exhaustiva formación intelectual que complemente su formación técnica, no será realmente consciente de la importancia que tiene informar de ciertos temas en detrimento de los más superficiales.  Y a lo mejor, y terminando el año con una hipótesis de una conspiración judeo- masónica,  el programa de Periodismo está hecho así intencionadamente. Si la formación de los periodistas carece de asignaturas que profundicen sobre conocimientos teóricos imprescindibles para comprender realmente la actualidad, tendremos periodistas que informen de temas que no molesten a los grandes lobbies. Pero esto es sólo una hipótesis, aunque la realidad es que nuestra agenda internacional es un chiste.


miércoles, 25 de diciembre de 2013

A propósito de la nueva ley del aborto


A propósito de la nueva ley del aborto, como mujer adulta me siento insultada, menospreciada. 

El Consejo de Ministros ha presentado un anteproyecto de ley que deja dos vías imposibles para abortar. Si el día de mañana falla algo (métodos anticonceptivos ante todo) y decido abortar, igual que puedo decidir no hacerlo, tendré que acudir a un comité bioético para que, en el mejor de los casos, me diagnostiquen un un daño psicológico provocado por la gestación.

Una especie de consejo de sabios decidirá por mí. Mi madurez y las circunstancias que me hayan llevado a tomar esa decisión de acuerdo a mi razonamiento y moral quedan anuladas. Gallardón me protege contra mí misma. Y a mí esto me suena cuanto menos totalitario, ya que la mujer como individuo queda supeditada a la razón de un colectivo superior. Mi decisión no vale una mierda. Mi madurez, tampoco. A lo mejor deciden, y no sé dice en base a qué, que no tengo ningún daño psicológico y que con veintipocos, con la carrera a medias y un trabajo de media jornada, me toca tener un hijo. Mi caso es el de otras tantas mujeres que no sabrían si tener un hijo o no. He dejado de ser dueña de mis circunstancias y decisiones. Ahora decide él, sí, un tío.  Y si te manifiestas en contra te vas a llevar un buen recuerdo, porque para protestar tampoco tenemos potestad.

Si un día una amiga me pidiera consejo sobre si abortar o no (ojalá nunca nos toque) me limitaría a decirle que la decisión es suya, que nadie mejor que ella es conocedora de sus circunstancias, que lo piense bien. Que igual de respetable es hacerse cargo del niño como no querer asumir un embarazo y un hijo/a. Que depende de ella. Porque parece que muchos piensan que el abortar nos supone un alivio, pero debe de ser una putada. Una putada que muchas asumen para evitar otra que consideran mayor, y están en todo su derecho.

Pero el viernes, esa razón que nos es inherente como seres humanos fue puesta en cuestión. Ahora somos niñas tontas y tienen que decidir por nosotras. Y yo eso no lo asumo. Yo soy adulta, madura y racional. Y éste es mi sexo, mi cuerpo y mi decisión. Tanto si quisiera abortar o tener el niño/a. Y no necesito un examen psicológico para que se me dé la razón.


domingo, 22 de diciembre de 2013

Darfur, una miscelánea de conflictos

La Guerra de Darfur ha sido calificada como  el primer conflicto armado provocado por el cambio climático, atenuado por conflictos étnicos y económicos, que hacen de la región un perfecto caldo de cultivo para la insurrección, la toma de armas y la sistemática violación de derechos humanos. Todo ello ha convertido el conflicto en uno de los más longevos y complicados del continente africano.  El precario proceso descolonizador  trajo consigo conflictos étnicos dentro de un territorio cuyas fronteras habían sido delineadas en  base a  criterios políticos occidentales en detrimento de los antecedentes históricos y culturales. A ello se le ha de sumar una pobreza y escasez de recursos extrema paralela a altísimos índices de analfabetismo.


Un  régimen militar islamista ha gobernado el país desde la descolonización de Gran Bretaña en 1956. Las poblaciones tribales del sur del país fueron reprimidas y muchas de sus tradiciones criminalizadas especialmente a partir de la década de los 70, en un intento del gobierno por dar una imagen de un país árabe moderno libre de costumbres primitivas a través de la imposición de la Sharia, la ley musulmana, y una profunda limpieza étnica.  Después de la descolonización y durante el siglo XX, dos guerras civiles habían devastado la región sur del país, provocadas precisamente por la dominación árabe del norte sobre la población meridional, en su mayor parte cristianos o animistas.


La región de Darfur se encuentra situada en la franja oeste del país. La zona más septentrional  se halla habitada por una mayoría árabe, mientras que en el sur conviven grupos árabes y  etnias negras africanas que conforman a groso modo las etnias de Fur, Massalit y Zaghawa. Esta franja cuenta una extensión similar a la de Francia, aunque su población ronda los seis millones de habitantes. Las etnias africanas meridionales forman en su conjunto una comunidad de agricultores sedentarios, que han sufrido las terribles consecuencias del decrecimiento de los pluviómetros entre 1976  y 2005 y la consecuente desertificación del norte de la región. A todo ello hay que añadir que la única fuente de agua con la que cuenta el país, la cuenca del Nilo, se halla en el extremo opuesto a Darfur.


Durante este período los grupos nómadas musulmanes del norte de la región comenzaron a emigrar al sur en busca de nuevos recursos de los que abastecerse. Ante la amenaza de la llegada de inmigrantes, los agricultores y ganaderos vallaron sus tierras a  fin de impedir el acceso a las mismas a otros grupos étnicos. Durante la década de los ochenta se produjeron varios conflictos armados entre ambas comunidades, resultando en una supremacía de la ideología árabe sobre las etnias animistas, a la vez que se favorecía la imposición de la Sharia. A medida que iban avanzando los conflictos también lo hacía la entrada de armas instigada por intereses de estados vecinos y grandes potencias mundiales. El gobierno de Sudán compró gran parte de su arsenal a China y Rusia.

En febrero de 2003 los enfrentamientos y conflictos armados tiñen nuevamente la región de sangre. Después de una década de conflicto, y tras varias conversaciones entre ambas partes auspiciadas bajo el amparo de  Naciones Unidas, el número de refugiados se sitúa actualmente en los 2,7 millones.  Ese mismo año, los grupos  rebeldes del Ejército de Liberación de Sudán (SLA) y el Movimiento para la Justicia y la Igualdad (JEM), compuestos mayoritariamente por   la comunidad Fur, la Massalit y la Zaghawa, se habían alzado contra el poder de la capital, Jartum. En consecuencia,  las comunidades tribales meridionales  sufrieron ataques sistemáticos en forma de violaciones, saqueos y desplazamientos forzosos, todos ellos perpetrados por milicianos árabes, que contaban con una licencia del gobierno sudanés.  Desde entonces, los enfrentamientos bélicos por la posesión de tierras, cada vez más escasas, han sido constantes. 

A este persistente enfrentamiento suscitado por la lucha entre etnias por las exiguas tierras fértiles y los cada vez más limitados recursos naturales, se le ha de añadir los intereses petrolíferos en la región. Las reservas petrolíferas de Sudán generan una inyección al país de un millón de dólares diarios. Los principales oleoductos sudaneses discurren por las zonas más lluviosas del este del país. En un intento por acaparar su control y evitar que éstas transcurran por los territorios en manos de grupos rebeldes en el sur, el gobierno sudanés ha obligado a gran parte de la población que las habitaba a zonas más áridas, intensificando conflictos como el de Darfur.


El conflicto  ya se prolonga por un espacio de diez años y no parece que exista una solución  a corto plazo. Darfur es una auténtica olla a presión donde los conflictos tribales, xenofobia, violación de derechos humanos, escasez de recursos e intereses económicos de importantes grupos de presión dejan poco margen de maniobra para lograr la paz y estabilidad.  No obstante, hay razones para albergar un halo de esperanza. La intervención  de la misión conjunta de la Unión africana y la ONU en Darfur, Minuad, y el despliegue de los Cascos Azules se presentan como  instrumentos para intentar mitigar la grave crisis humanitaria provocada por el conflicto y mejorar así la seguridad en la región, mientras que los Estados Unidos reclaman una solución rápida al mismo. No obstante, no se ha de olvidar que Darfur es sólo uno de  los tantos frentes abiertos en Sudán. La pacificación de la región dependerá a su vez de la pacificación del país, todavía en manos de un gobierno islamista militar y opresor de las etnias negras.


Éste es un tema grabado en 2007 con la financiación de  Mit Jagger con la finalidad de  crear conciencia sobre el conflicto. Fue  grabado en la frontera este del Chad con Darfur. Al fin y al cabo, una imagen vale más que mil palabras.